Amores

3 comentarios
Saben el otro día hablaba con un amigo y el dijo, ‘yo me enamoro cada vez que salgo de casa’, el es algo así como un vividor, poeta y filosofo del cánnabis, va en definitiva sus palabras quedaron haciendo eco en mi cabeza, hoy estaba escribiendo y comprendí, que en cierta forma nos pasa lo mismo cada vez que amo, lo hago con toda mi pasión, saben el amor es para siempre, mientras dura y siempre deja cicatrices pero cuando las vemos atreves de las arenas del tiempo, uno se da cuenta que es algo interesante porque aquellas cicatrices nos marcan de manera invisible, pero también nos enseñan a distinguir lo que buscamos de la vida.

Fotografia: sicoactiva

Las cosas nunca ocurren solo una vez

4 comentarios


Recuerdan aquella vez, ese momento, ese instante inenarrable en sintieron la plenitud, ese estado que nos produce estar en ese lugar, donde el mundo se acaba, adelante se extienden miles de oportunidades y todo eso desaparece porque se sienten plenos y no sé si me exprese correctamente, sabes ese punto en que sientes que si la muerte viniera en ese momento no te importaría, bueno den gracias a la ciencia y a dios por que ese momento se puede repetir.
Los científicos han determinado “que en el universo las cosas nunca ocurren solo una vez”

Fotografía: Humberto Terenziani

El bar

3 comentarios

NdE; Perdonen si este texto es un poco más largo pero es una fantasía que necesitaba contar.
Las luces del carro se apagaron a mi espalda, me acerque lentamente hacia la puerta por primera vez, desde que los papeles del bar estaban a mi nombre, disfrutando el placer de saber que aquel lugar me pertenecía, David no será bienvenido, está fuera de mi vida. La llave entro suavemente mordiendo la cerradura, es como si lo hubieran abierto recientemente y lo habían hecho, estaba vacío salvo por una mesa de billar en el fondo, deje deslizar mi mano enguantada sobre la barra mientras avanzaba hacia el fondo, la mesa era robusta de madera tallada, 'no entiendo porque el dueño anterior no quiso llevarla, es hermosa,' pensé, la luz de la calle se filtraba tímidamente por las ventas tintadas. Sentí el aire revolverse a mis espaldas.
—Doña estamos cerrados. — Sentí el calor de su cuerpo detrás de mí, no lo había escuchado acercarse, estaba sorprendida, ¿cuánto habrá visto?, me preguntaba mientras un tibio rubor me subía la mejilla, me sentí como una niña a la que habían atrapado haciendo algo malo.
—Yo, si no lo sabe soy la dueña de este local. — Dije con decisión, recobrando el temple y girándome para enfrentar el recién llegado.
Parado bajo el dosel, a escasos centímetros estaba, tallado en ébano un regalo de la naturaleza, llevaba puesta una musculosa que dejaba ver su piel invitadora, tenía un brillo aterciopelado en la tenue penumbra, despertó mi imaginación, la curiosidad se revoloteo en mi.
—Entonces, ¿qué le pongo? Mi señora. — dijo con un tono irónico y desafiante, arrancándome de mis ensoñaciones.
—Whisky, solo. — Respondí intentando no expresar lo que sentía.

Me dio la espalda desafiante, deslizándose como un gran felino tras la barra, nuestras miradas se cruzaron en el espejo, me senté frente a él, como hipnotizada por sus movimientos, yo era como una serpiente atrapada en el hechizo de la flauta. Saco una botella de The Macallan, yo no había probado ese whisky, que más se ocultaría detrás de su mirada, en ese instante decidí hoy iba a experimentar, me sentí como una quinceañera.

Aquel líquido ambarino se bebía suavemente, perfumaba el ambiente con tonos de maderas ahumadas, era evocador, estaba exquisito y era el aderezo que necesitaba para quebrar las inhibiciones que me ataban. Para cuando repare en ello la botella se evaporaba al calor de la charla y se ahogaron mis últimas dudas. Su mano rozo la mía, el contacto con su piel encendió el deseo en la mía, la sensación me cruzo la espalda, nuestros labios se hicieron eco de pasiones contenidas, mi mano se planto en su pecho con menos decisión de la que yo habría deseado.
—no...— escapo de mis labios, mas fue un suspiro, su boca se arqueo suavemente en una sonrisa cómplice, los dos los supimos inmediatamente sólo sería una vez, su boca mordió educadamente la mía, mis pensamientos se atropellaban, desistí, me entregué a él mientras sus manos avanzaban sobre mi ropa, explorando mi cuerpo, los resquicios finales de mi determinación se diluyeron en las nieblas ambarinas de sus caricias.
Lo bese nuevamente atropellada era solo una vez tenía que aprovecharla, me desesperé, mis manos tocaban ansiosamente su espalda bajo la musculosa, se interrumpió un momento, me atenazo la duda, había cometido un error, con su mano tomo las mías, me sentí desorientada y dejo que sus labios se abrieran camino entre los míos para alcanzar mi lengua, luego su boca descendía con sedosa sensualidad por mi cuello, mientras sus manos dejaban caer mi chaqueta sobre la mesa, su cuerpo envolvía el mío, él se abría paso entre mis piernas, sentía su miembro erecto contra mi piel esto encendió mi deseo.
Sus dedos eran seguros, firmes, decididos y antecedían a los deseos que mi cuerpo tenía, en la piel dibujaban con trazos precisos danzas de deseos prohibidos. Sus labios cabalgaron mi pecho, sentí sus besos sobre mis pezones erectos, agradecía los roces de su lengua húmeda de deseo, me arroje en el placer que me daba, perdí completamente el control sobre mi cuerpo y deje de resistirme para entregarme plenamente, el se lo había ganando. Su miembro estaba duro contra mi muslo, yo me mojaba en mi deseo, su mano jugaba con mi pecho, su boca besaba mi pezón, mis manos se liberaron para rodear sus nalgas, mi cuerpo ardía en placer. Dejo con suavidad caer su cuerpo junto al mío, como si el tiempo se hubiera parado para nosotros, me toco con sus ojos, estaba complacido, llevo a sus labios el vaso, dijo:
—Hacer el amor es parte ciencia, parte arte y parte magia.
Así sin retomo mi cuerpo en el lugar que lo había dejado… Solo fue una vez.

fotografía: Matutino!